martes, 5 de septiembre de 2017

la historia de mi pasado


                        

la historia de mi pasado

- ¡Tío, contanos una historia!- dijeron mis sobrinos.
- Bueno, les contaré la historia de mi amiga Lucy y mi hermana Melanie.

  Conocía a Lucy desde que tenía dos años, crecimos juntos en Haxby porque era mi vecina. Hasta que se mudó cuando teníamos doce. El día anterior pasó algo que me marcó para el resto de mis días.
  Estábamos sentados en el patio de mi casa, mirábamos las estrellas y las nombrábamos una por una. Lucy sugirió que comiéramos, teníamos hambre. Entramos para buscar algo, pero no había nada. Le dije que fuéramos al supermercado juntos, pero ella decidió quedarse.
  Estaba volviendo a mi casa, cuando de pronto, oí unos gritos de auxilio: era Lucy. Corrí lo más rápido que pude hasta que la encontré cerca de mi casa, asustada. Caminó hacia mí y empezó a llorar. Luego vi lo que había detrás de ella: mi casa estaba en llamas, fuego por doquier, arrasando con todo a su paso... Y entonces, recordé: Melanie. Tenía que entrar a ver si estaba allí, pero cuando llegué, era muy tarde. La casa se había derrumbado. No sabía qué hacer, entré en pánico, grité por ayuda lo más fuerte que pude, pero nadie parecía escuchar. No podía creer que mi hermanita probablemente estuviera muerta. Vinieron los bomberos y apagaron el fuego.
  Al día siguiente, nos mudamos a otra casa,sin Melanie y con Lucy a miles de millas de distancia.

- ¿Ya terminó la historia tío?
- No,queda mucho que contar.

 Cuando cumplí los dieciséis años, decidí ir a una universidad cerca de Haxby. Mientras estaba en la fila esperando para inscribirme, me encontré con Lucy. Ella había comprado una casa en el mismo terreno de mi anterior hogar y me ofreció quedarme allí. Acepté.
 Unas semanas después de que ingresamos a la universidad, empezaron a sucederle cosas extrañas mientras estaba sola: se quemaban objetos por toda la casa. Al principio, no pasaba tan seguido, pero con el correr de las semanas, era constante. Todos los días, Lucy me decía que cuando yo no estaba, la casa se convertía en un cuento de terror. Contaba que parecía que la odiaba, que se quería mudar conmigo a otro lugar. Lo curioso era que nada ocurría cuando estaba yo. No veía una razón por la que hubiera que mudarnos. Estaba asustado por Lucy.
  
  Unos días después, Lucy me contó que escuchaba voces, que la culpaban de haber matado a Melanie.
  Al día siguiente, vio que se reflejaba el rostro de mi hermana en los espejos. Hasta que un día llegué a casa y Lucy empezó a llorar y a decir que lo sentía, que no podía seguir ocultandolo.
  Me contó que ella había matado a mi hermana. Estaba celosa de su aspecto, de su risa, de cómo yo la miraba con amor y admiración, de cómo pasaba los días enteros con Melanie y no con ella. Así que Lucy prendió una vela y la dejó caer, quemando la alfombra que cubría el piso de nuestra casa. Las lágrimas que había llorado aquella noche y los gritos de agonía habían sido falsos.
  De pronto, se cortó la luz y la oscuridad llenó el lugar. Prendí una vela y la sostuve en frente de mí, pero noté algo extraño: Lucy no estaba. De repente, una luz salió de mi cuarto y, sin siquiera darme cuenta, estaba subiendo las escaleras hacia esa horrible habitación. Abrí la puerta con mi mano temblorosa y pude ver una silueta oscura en el cuarto débilmente iluminado. Acerqué la tenue luz y vi a Lucy en una lúgubre esquina. Estaba arrodillada en el suelo, todo su ser temblaba y su cabello negro estaba suelto, cubriendo su rostro. Lo alzó dejando a la vista sus ojos y murmuró:

 - No puedes salir de aquí ahora que sabes la verdad.

  Empecé a correr lo más rápido que pude, pero escuchaba los pasos de ella que me seguían. Tenía tanta adrenalina en mi cuerpo que no sentía el dolor cuando chocaba contra las paredes. Tenía que detenerla. Entonces me di vuelta y, cuando Lucy se abalanzaba sobre mí, arrojé la vela que llevaba en mi mano. Su cuerpo empezó a quemarse lentamente y, mientras ella agonizaba, volvía a su forma humana. Antes de que se quemara por completo, apagué el fuego, dejando a Lucy inconsciente en el piso. Pensé en los años de felicidad que había sentido con ella y decidí que no la podía dejar ahí. La lleve al hospital y me fui. Esa fue la última vez que la vi.
     
  Decidí mudarme y dejar a Lucy sola  en Haxby.

- ¿Y qué pasó con Lucy, tío Frank?- preguntaron mis sobrinos.

- No lo sé chicos, no lo sé.

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